[+18] Manifiesto tu nombre... [Zenobia][Invocacion]

Lun 19 Jun 2023, 23:51

Manifiesto tu nombre...Oceania, Australia, Melbourne, 01:44 am, año 2020

Era una noche de cuarto creciente y nubes despejadas;
La brisa danzaba con dulzura bajo fragancias taciturnas;
Escuchandose el ruido del agua junto el cantar de aves;
Arropado en frio y de la soledad con un cigarro en mano.

Me encontraba en Princes Bridge, aquella maravilla de la arquitectura que habia logrado sobrevivir al desastre del cataclismo ocurrido en los años 80, abordo de un Chevrolet Corvette C1 comodamente estacionado en el carril de color amarillo que normalmente es utilizado para chequeos de seguridad, acompañado por ninguna seguridad más allá que la hora de la noche que marcaba el reloj en mi muñeca mientras daba palmadas con ritmo al volante.

¿Estaba nervioso? sentia la sangre subir por mi cuerpo;
La sonrisa picara de mi rostro parecia marcar inquietud;
Mi lengua ladeaba insatisfecha con humo a su alrededor;
Cubierto de un sutil aroma a tabaco por todo mi cuerpo.

Esta era la segunda vez que intentaria la tonteria. No obstante, a pesar de todas las consecuencias estaba dispuesto a realizar el hechizo de invocacion, completamente lejos de mi tierra natal o cualquier provincia importante que estuviera ligada directamente a las grandes leyendas de la historia universal, todo para evitar las penalizaciones naturales que normalmente dificultaban que un espiritu heroico despertara en su tierra de origen por factor balance.

Bueno, esa era la teoria, ¿lo cierto? era un poco incierto;
Era un hecho que un servant en su tierra era más fuerte;
Ahora, ¿era menos probable invocar un servant nacional?;
Supongo que preferi no tomar riesgos en esta oportunidad.

La ultima vez habia sido desagradable, e incluso aunque gane la voluntad del emperador bajo mi poder dudaba que mi cuerpo pudiera soportar a otro ser, por lo qué una pequeña parte de mi titubeo durante todo un instante hasta que me harte de todo y le di un golpe al clakson como un impulso personal, ¡todo saldria bien! claro que sí, por lo qué luego de abrir la puerta del conductor me baje del vehiculo con una bolsa de papel con todo lo necesario.

Dibujando dos cuadrados de sal en una estrella tartésica;
Abriendo dos circulos tambien de sal alrededor de dicha;
Danzando un paso a la vez al ritmo de la curiosa cancion;
Hasta dejar en el centro un tesoro que bañar en la sangre.

Imitando el paso lunar por aburrimiento, cuidando cada linea y volteandome sobre mi propio eje para deslizar el cuchilo sobre mi palma a la copa romana, tomandome un momento para repetir la letra de la cancion y tomar distancia en lo que rodeaba el simbolo dibujado para agregar una gema en cada punta, dejando trazos ligeros de mi identidad y todo legado, por lo menos hasta que note que habia finalizado el procedimiento y ahora a recitar ultimas palabras.

Aquello la verdad ni siquiera sabia que significaba.

Pero, el simbolo empezaba a reaccionar y la naturaleza alrededor tambien, aumentandose la presion atmotsferica lentamente entre lo que la brisa empezaba a rodear a la estrella en fuertes vientos y el mar resonaba firme, ¿algun espiritu reaccionaria? eso era dificil de saber, más o menos como tratar de pescar con los ojos cerrados pero a niveles cosmicos o temporales.

Pero, creia que la explosion sucederia y estaba preparado para recibir a...

quien viniera.

Spoiler:

Mar 20 Jun 2023, 01:38

Manifiesto tu nombre...Oceania, Australia, Melbourne, 01:44 am, año 2020
Zenobia se encontraba en el limbo, en la nada. Un sitio donde no hay vida, sonido ni compañía; tampoco recuerdos tortuosos ni tiranos. Solo paz; sin tiempo ni espacio. Un sitio abismal, desconocido y probablemente dividido de todas las realidad existentes, pero era difícil discernir su naturaleza, más aún siendo parte del mismo silencio, como lo era Zenobia.

Sí. Lo era. Ya no lo es más, pues en medio de esa nada, hubo algo. Surgió del vacío como susurros ininteligibles que poco a poco se aclaraban a sus oídos. Eran voces. No podía entender lo que decían, pero en un conocimiento colectivo supo que debía seguir los susurros y navegar a ciegas, siendo guiada por su destino, por luz u oscuridad, o lo que sea que estuviera detrás de eso.

Pasó mucho tiempo hasta que Zenobia dejó de escuchar esas voces y todo volvió al sepulcral silencio del vacío. Confundida, se detuvo y cuestionó su andar. Por suerte, tuvo poco tiempo de dudar de sí misma, pues el suelo crujió bajo sus piel y se partió en un gran hoyo oscuro y profundo. Cayó en él, cayó y siguió cayendo, hasta que sus pies tocaron tierra firme.

Ya no estaba en la nada. Podía ver y escuchar como un gran cúmulo de arena se arremolinaba a su alrededor, violenta y rápidamente.

Atrapada, y sin poder salir de la ventisca, miró sus pies. ¡Ahora tenía unos! En el vacío no tenía cuerpo físico, pero ahora podía ver sus brazos, piernas y cadenas, y debajo de ella habían líneas y círculos que emanaban una brillante luz ocre. Entonces, y solo entonces, lo entendió.

Había sido llamada, y de alguna manera que desconoce, ella respondió.

Un tanto irritada por haber sido interrumpida de su pacífica existencia en la nada, blandió su espada y la agitó con fiereza, terminando con el vórtice violento de arena y la luz bajo sus piel. Ahora solo la luz de la luna la acompañaba… y un hombre.

Lo miró con aquellos ojos fieros y por un momento no hizo nada, se mantuvo quieta y en silencio, observándolo detenidamente. Pero en un abrir y cerrar de ojos llegó hasta él y colocó el filo de su espada en su cuello, adornado de líneas e intrínsecos diseños; apretó el filo contra su piel, haciendo que una fina gota de sangre se deslizara por el metal.

—No te recomiendo hacer un movimiento en falso —amenazó con una sonrisa perturbadoramente dulce— necesito solo dos cosas, saber dónde estoy y… —cortó aún más la distancia que los separaba, hacia su rostro. Sonrió traviesa y continuó— y saber quién eres, guapo —al terminar de decirlo deslizó la punta de su lengua contra en labio inferior del hombre. Burlona, dominante, trasgresora como siempre lo fue.

La lengua volvió a sus propias fauces y se saboreó lo que había probado del hombre. Un insípido sabor de humo y ceniza. No estaba tan mal para quien sería su amo.

Mar 20 Jun 2023, 11:52

Manifiesto tu nombre...Oceania, Australia, Melbourne, 01:44 am, año 2020

La arena emergio desde la nada y se esparcio por todo;
Estallando como una represa colapsada en peso propio;
Alzando tierra y aromas secos por unos cuantos metros;
Dejando ver en donde hubo una ofrenta a una damisela.

Mi primer pensamiento fue de alegria, feliz de haber invocado con exito al espiritu de otros tiempos que frente a mí se ocultaba en una cortina de polvo, avanzando un paso o dos bajo el impulso imprudente de la emocion mientras que mi curiosidad ansiaba entender más allá del hermoso cuerpo femenino, ¿quien se presentaba a mí? no lo sabia, necesitaba verlo, pero apostaba que si habia usado mi sangre nadie menor a la reina de las amazonas podria ser.

La brisa del viento entonces me permitio ver su belleza;
Era una mujer de piel tostada con ojos azules cual joyas;
Alguien que no me recordaba a ninguna cultura normal;
Más me atrapaba solo con su rostro en un sentimiento.

Ella era más hermosa que Cleopatra, no tenia dudas.

¿Afrodita? no, era imposible invocar dioses de esta forma;
La divinidad tampoco parecia asomarse alrededor de ella;
Más aún así yo me quede sin palabras ante su presencia;
Dudando que debia decir para presentarme ante la mujer.

-Bienvenida al año 2022.- decidiria, comentando lo primero que me vino con sinceridad, tal vez algo nervioso e inquieto por no saber su temperamento, entonces note en su mirada emociones negativas que cualquier hombre seria capaz de reconocer e inevitablemente retrocedi un paso por mero instinto, alzando ambas manos a la altura del pecho en señal de tiempo mientras que ella cargaba su espada contra mi cuello, habiendo cargado armas sin titubeo.

-Espera!- pedi, encantando bajo una sonrisa de sus actos;
Agradecido de que ella no fuese tan endeble como bella;
-Eres mi mujer.- aclare, sin querer llamarla como servant;
Imaginando que tal vez seria grosero decirle de tal forma.

-Es un placer finalmente conocerte... Zenobia.- agregue, aprovechado que apenas la habia invocado para utilizar una habilidad unica de la clase ruler, una habilidad que me mostraria parte de quien era hasta ofrecerme una idea aproximada de sus habilidades, capacidades e intereses, -Yo te invoque hoy.- remarcaria, evidente, tal vez queriendo suspirar o lamentarme pero no más manteniendo la sonrisa entreabierta de mis labios como signo de confianza.

Decidiendo ignorar que estaba en las ropas con las que fue humillada.

-Tambien te traje algo de ropa en el vehiculo de atrás.- apunte, ladeando de mi cabeza hacia atrás por si todavia quedaba algo de desconfianza en su ser.

Spoiler:

Mar 20 Jun 2023, 13:14

Manifiesto tu nombre...Oceania, Australia, Melbourne, 01:44 am, año 2020
—¿Tu mujer? —cuestionó arcando una ceja, un tanto incrédula pero sin soltar ni un poco la presión que el filo de su espada ejercía sobre su cuello. Lo miró con esos profundos ojos azules; tenía un rostro distinto a todos los hombres que conoció cuando estaba con vida: ojos almendrados, piel pálida, sedosos cabellos del color del sol, mandíbula prominente, y una cicatriz que cortaba verticalmente su mejilla izquierda. Por un momento se preguntó que habría ocasionado esa marca, pero dejó todas esas ideas al darse cuenta que estaba divagando.

Volvió a sus ojos, escudriñándolos, intentando descifrar cuales eran sus intenciones verdaderas al invocarla. Pero no había nada. Ya fuese inocencia, indiferencia o ignorancia, Zenobia no fue capaz de percibir nada de su amo más que una sonrisa de satisfacción colándose por sus labios.

¿Satisfacción? Eso era raro.

—No puedo decir lo mismo, no me haz dicho tu nombre —puntualizó con calma. Aun guardaba una distancia peligrosamente cerca de él, podía sentir el calor de su cuerpo y el olor a tabaco de sus ropas, y se acercó una vez más a sus labios sin llegar a tocarlos, provocando únicamente que sus alientos se entremezclaran— es un poco injusto de tu parte no presentarte debidamente —su mirada subió entonces a sus ojos, y con una sonrisa maliciosa se alejó abruptamente.

—Yo no pertenezco a nadie —continuó, ahora fría, distante y desinteresada, soltando por fin el agarre tan peligroso en que lo tenía, no sin antes lamer la fina línea de sangre que ensuciaba el metal de su espada. Sabor amargo, metálico— sé que haz sido tú mi invocador, pero eso no me hace tu pertenencia.

Se alejó hacia el “vehículo” y no pudo adivinar qué era. Parecía una carreta muy grande y de metal, pero su forma era horrible y brillaba como la obsidiana misma. Pasaron poco menos de dos mil años desde su muerte y no era descabellado pensar que el mundo cambió en todo ese tiempo, pero no era fácil acostumbrarse ni ver su alrededor con confianza.

Por suerte, había luz escasa y la grandeza y cambios del paisaje no parecían ser la gran cosa entre penumbras. Así que solo se dirigió al dichoso vehículo, y ahí dentro encontró un bolso con telas de variedad en su interior. ¿Tenía idea de qué eran o para que servían? No. La ropa del año 267 era completamente diferente, de hecho, más parecido a lo que usaba en esos momentos.

Sin perder más tiempo en decidirse qué era qué cosa y buscarle pies y cabeza a las telas, empezó a desvestirse. Primero removió el grillete de su cuello, y los dos de las muñecas, y con ellos cayeron las cadenas y otros aditamentos que se conectaban con el resto de su ropa. Siguió con los grilletes de sus tobillos, sus cadenas y sus medias. Y al último solo quedó con esas minúsculas prendas que cubrían a duras penas sus más valiosos atributos. Una por una, todas cayeron y terminó completamente desnuda.

—Necesitaré con poco de ayuda con esto —admitió, mientras sus manos revolvían un smokin sin mucho cuidado— ¿tengo que ponerme todo esto? Es demasiada ropa para mi gusto.

A todo esto, Zenobia no sentía pena ni remordimiento alguno de estar desnuda en medio de la nada, a la intemperie y frente a un hombre. No era algo desconocido para ella ni nada de lo que se avergonzara, así que se le veía bastante cómoda con la situación, a excepción, claro, del conflicto que tenía con esas telas tan horrendas.

Mar 20 Jun 2023, 19:23

Manifiesto tu nombre...Oceania, Australia, Melbourne, 01:44 am, año 2020

-Mi mujer.- reforce, repitiendo ante su notoria pregunta;
Entendiendose de que no tenia dudas de mi afirmacion;
Haciendo una breve mueca muy similar al asentimiento;
Tratando de reflejar la confianza de un hombre para ella.

-Daén, soy tu hombre.- asegure con simpleza, dando a entender que le ofrecia un trato completamente diferente a los que habia aguantado en vida, esforzandome en responder todas sus inquietudes de buen agrado mientras trataba de mantener mi cuello lejos de la hoja que ella afincaba en mi carne, buscando en nuestra cercania casi tan grata como un beso la mirada de la mujer que correspondia directamente más allá de lo que pueden ser hablado.

Tal vez no expresando nada demasiado entre mis gestos;
Nada más esperando que escuchara un poco a mi oferta;
-Lo sé.- admiti, honesto, sonriente y feliz de ser soltado;
Aunque no dejando de pensar en la calidez de su cercania.

-Es mi oferta: puedo ser tu hombre si tu quieres ser mi mujer.- rectificaria, dando a entender que no pensaba en tener control absoluto de ella sino que solo deseaba dar una propuesta que por ahora no tenia ninguna obligacion, alzando la mano diestra con atencion inmediata a sobar la sutil linea de sangre en mi cuello mientras que ella se alejaba a verificar si decia la verdad, brindandome la confianza y el placer de observar las curvas de sus caderas en los pasos casi hipnotizantes que daba. -Son tiempos turbulentos.- comence.

-Necesito a una compañera de confianza.- explicaria obvio;
Tal vez incluso sonando algo redundante ante un servant;
Espiritus Heroicos acostumbrados a venir para la batalla;
Lo que me hizo preguntarme si ella habia regresado antes.

Acabando por seguir a la mujer, siempre detras de su figura, observando y tal vez disfrutando sus gestos confunsos o de curiosidad en su lenguaje corporal, -Puedo romper el contrato tambien, aunque no puedo regresarte a casa.- explicaria, tocando con simpleza que los contratos no eran irrevocables si el master los hacia temporales y asegurando que ahora solo podia estar en vida, -Ah, dejame ayudarte.- explicaria, tocando el tema de su sencilla desnudez.

-Uhm... veamos- indique, escogiendo un conjunto de sastreria;
Observando como su vieja ropa empezaba a desvancerse;
Lo que obligaria a mi endeble carne a reaccionar a su piel;
Exclamando presencia entre mis pantalones mi atraccion.

Fingi que aquello no sucedia sentandome sobre el coche. Digo, mi rostro no podia mirar su cuerpo ahora pero queria mantener con seriedad aquel tema, por lo qué carraspee un poco en la busqueda de concentrar mi cabeza hacia otro sitio mientras mis manos le ofrecian un comjunto deportivo color blanco, -Te llevare mañana a comprar algo que te quede mejor.- prometi, culpable y responsable de su desnudez, mostrando mi respeto absoluto hacia su belleza.

Avergonzado de lo que se hacia más evidente.

-¿Que tipo de ropa te gusta usar?- preguntaria con verdadero interes, porque a partir de esa pregunta habria elegido una u otra tienda que se acercara un poco a lo que ella quisiera.

Spoiler:

Miér 21 Jun 2023, 08:20

Manifiesto tu nombre...Oceania, Australia, Melbourne, 01:44 am, año 2020Sus manos revolvían el contenido de la mochila, alzando cada tanto alguna tela para verla verticalmente y estudiar qué tipo de prenda era. Había para la parte superior del cuerpo, lo podía deducir por las mangas; también para la parte inferior, pero éstas le resultaban aún más confusas. Algunos eran pantalones largos y otros muy cortos, y otros… simplemente no parecían nada. Empezaba a hartarse con tantas formas, colores y texturas, la vida no le preparó debidamente para enfrentarse a la moda 2000 años después de su muerte. Pero por suerte, el hombre a su lado tuvo compasión de su ignorancia y le tendió un bulto blanco.

Lo miró con cautela y tras unos segundos tomó la ropa, la estudió, y empezó a vestirse, esperando hacerlo correctamente.

—Me gusta la ropa fresca y ligera —comentó distraída, colocándose los pantaloncillos cortos— solía usar vestidos y túnicas de algodón, hasta… —suspiró— hasta que el imperio romano me hizo una esclava. A partir de ese momento solo conocí desnudez, cadenas y si tenía suerte, algún vestido traslucido.

Aunque narró algo serio sobre su pasado, Zenobia lo comentó sin dolor en la voz. Como una anécdota más, sin detalles, sin juicios de valor. Aquella respuesta debía ser suficiente para resolver la incógnita de su hombre. Y…

Pensando en eso…

—Daén, mi hombre —comentó, lanzándole una mirada divertida— ¿sabes? solo una vez tuve un hombre; terrible amante pero generoso. Nunca me faltó nada esencial —sacó su largo cabello por el cuello de la remera y se miró a sí misma, tanteando su silueta sobre la ropa, curiosa por saber cómo le quedaba. Desgraciadamente fue incapaz de darse cuenta que tenía la remera al revés, y que aquellas prendas que "simplemente no parecían nada" también eran parte del conjunto: calcetas, tenis y una gorra.

Creyendo estar lista (porque no lo estaba), se aproximó a su hombre.

—Me gustaría tener un hombre, sí —confesó, acortando una vez más la distancia entre ellos— pero, ¿acaso sabes lo que eso significa? El maestro y el sirviente mantienen una relación unilateral, donde el sirviente vive por y para el maestro. Yo puedo darte eso si así lo deseas y tú no tendrías que sacrificar nada. Te odiaré, sí, pero seré eficaz en cumplir tus demandas. Será algo… profesional —mientras hablaba, sus atrevidas manos llegaron al torso ajeno y empezó a acariciar lentamente sus músculos por encima de la ropa, marcándolos, rodeándolos; podía sentir el movimiento acompasado de su respiración, y ella le acarició el pecho con una delicadeza provocadora.

—Pero... —continuó— el hombre y la mujer mantienen una relación diferente, y sabes a lo que me refiero. Es más íntimo, carnal, sentimental… pero no podrás controlarme. La igualdad de condiciones te despojará del poder que tengas sobre mí, y mi deber será satisfacerte lo mismo que tú me satisfagas a mí —tras inspeccionar detenidamente su torso, sus manos se deslizaron hacía los hombros y ahí descendieron hasta sus brazos, repitiendo la misma minuciosidad de antes— así que piensa bien antes de decir qué tipo de acuerdo quieres y de qué forma quieres que me refiera a ti; a nosotros.

Sus manos encontraron inevitablemente las manos ajenas, y Zenobia bajó la mirada hacia la diestra de Daén. Acarició el contorno de sus dedos con los propios y, suavemente, con ambas manos, guio la diestra de Daén hasta su rostro hasta que su mejilla fue acunada por la palma de su invocador. Ahí, lo mantuvo quieto, jugueteando con su dedo pulgar, mirándolo fijamente— puedes tener lo que desees a costa de mi vida y mi libertad —hizo una pausa, en la que una sonrisa maliciosa surcó sus labios— o puedes renunciar a esa seguridad y exponerte a la incertidumbre, a la vulnerabilidad… y a mí —finalizó, introduciendo el pulgar de Daén en su boca, succionándolo suavemente y acariciándolo con su lengua. Y esto, sin romper el contacto visual ni un solo segundo.

Miér 21 Jun 2023, 14:01

Manifiesto tu nombre...Oceania, Australia, Melbourne, 01:45 am, año 2020

-Todo estara bien, Zena.- indique, seguro de mis palabras;
Eligiendo por mí mismo abreviar de su precioso nombre;
Tal vez como una muestra de que no dudaria en tomarla;
Empezando con una forma personal en la cual fastidiarla.

-Cuando salga el sol en la mañana podremos buscar ropa digna de ti.- aquello estaba decidido, por lo qué solo esperaba que entendiera que el tipo de ropa que habia traido no era exactamente para recibir a alguna mujer, mucho menos ofrecer como propuesta un contrato de hombre-mujer porque todo eso habia surgido solo con saber el tipo de persona que claramente es, porque su belleza iba más allá de lo superficial y una parte de mi otra alma hubiera deseado con todo a alguien la mitad de digna que La Reina Zenobia.

Lo cual me hizo recordar que debia explicarle algo tambien;
Un detalle de importancia para que no se sintiera estafada;
-Eres mi segunda invocacion.- advertiria, simple y honesto;
Manteniendo mi pulgar en su boca. -Pero mi unica mujer.-

-Nada te faltara tampoco conmigo.- aseguraria, dando a entender que si queria volver a vestir ropa de algodon habria de ser así sin menor problema, brindandole la seguridad de que habria joyas cuando deseara alguna y mucho más allá de aquello acariciaba con el resto de mis dedos asu delicada quijada, -Aunque, te debere pedir que soportes a tu compañero romano por mi.- explicaria del otro servant, quien en realidad era no otro sino que yo mismo.

-Mi mujer, ¿puedes complacerme?- preguntaria en duda;
Pidiendo con honestidad de su paciencia y comprension;
Ya evidente que no dudaba de que la miraba cual mujer;
Sin menor necesidad de considerar la pregunta anterior.

No habia dudas, cualquier hombre tendria suerte de tenerla e incluso entre estas promesas no temia de jugar con dobles sentidos para llegar a poseerla, -Quiero que abras tu corazon y me dejes reclamarte como mi mujer.- agregue, levantandome por fin del vehiculo para quedar junto al cuerpo suyo, apretando nuestros cuerpos en lo que mi mano se deslizaba en una caricia por su cintura hasta apretar con claras intenciones de su carne aún desnuda.

-Y tú reclama tu derecho de mujer como veas.- razonaria;
Dando a entender que sabia como podian ser las mujeres;
Consciente de los temores en su corazon por otro hombre;
Permitiendole saber que gobernarme no era un problema.

Spoiler:

Miér 21 Jun 2023, 15:42

Manifiesto tu nombre...Oceania, Australia, Melbourne, 01:44 am, año 2020Continuó lamiendo y succionando su pulgar, como si se tratase de un caramelo adictivo. Estando ocupada de la boca no respondió a sus incógnitas ni comentarios, se abstuvo de hacerlo; en su lugar escuchó atentamente las palabras que emitía aquella voz sedosa y grave.

—Luego me contarás más sobre esa otra invocación —dijo finalmente, sacando de sus fauces el pulgar húmedo de Daén para poder hablar. Le importaba poco que no fuera la única. Mientras tuviera la certeza de dominarlo, no tenía problema con lo demás.

Regresó aquel pulgar a su cavidad bucal, para seguir acariciándolo con su lengua. Y entonces, cayó esa pregunta.

"Mi mujer, ¿puedes complacerme?"

Entonces Zenobia, denominada ahora Zena por su hombre, sacó el dedo de su boca y lo mantuvo pegado a sus labios— ¿Y tú? —contraatacó. Abrió su boca y sin introducir el pulgar pasó la suavidad de su lengua por todo su largo hasta llegar a la punta, y ahí, le dio una mordida inofensiva, indolora, traviesa. Y cerró los labios, dejando aquel pequeño pedazo de carne mojado a la intemperie, en el cruel frío de madrugada, pero con el libre albedrío de regresar a los bolsillos de su dueño si así lo quería.

La anulación del espacio que quedaba por parte de él le hizo sonreír. Estaba logrando lo que quería, provocarlo. Porque Zenobia no era una zorra porque sí, era zorra porque le convenía ganarse el corazón del hombre para que no se atreviera a sobreponerse encima de ella, de alguna manera, temiendo que la tratasen como la esclava que un día fue, temiendo a ser lastimada. Si llegaba a causar tal encanto en Daén, podría manipularlo con más facilidad y ganarse su libertad en nombre del enamoramiento y el deseo.

Aunque… tenía que admitir que su presencia le resultaba más amena de lo que esperó. Su porte no era el de cualquiera, sino el de un rey, poderoso y glorioso. ¿Uno tiránico? No podía saberlo tras sus palabras embelesadas, tan claras, tan precisas; definitivamente sabía lo que quería, una mujer; no, no una cualquiera: ella.

Sintió como unas grandes manos heladas se colaban por el resorte de sus pantaloncillos y apretaban confianzudamente sus carnes. Zenobia aprovechó esto para rodear con sus brazos el cuello de Daén, y alcanzarlo en su altura, parándose de puntas.

—¿Estás to-tal-men-te seguro? —preguntó juguetona, acercándose a su boca, guardando una distancia peligrosa en la que compartían oxígeno pero sus labios no se tocaban— si es así… ¿crees qué…? —hizo una pausa con el fin de suspirar profundamente contra los labios ajenos, lo miró, y luego a sus labios, y luego a él de nuevo, y terminó una vez más viendo sus labios.

Sus intenciones eran claras, pero aún así no lo dejaba fácil.

—¿Crees que debamos cerrar el acuerdo de alguna manera? —susurró, acariciando la nariz ajena con la suya, aprovechando la cercanía— quizá… ¿un contrato? ¿un pacto de sangre? Hm, ¿qué hacen en este siglo para cerrar acuerdos?

Miér 21 Jun 2023, 18:08

Manifiesto tu nombre...Oceania, Australia, Melbourne, 01:45 am, año 2020

-Es necesario hablarlo ahora.- señale, dando importancia;
No queriendo mentir u ocultar el nombre del emperador;
Aunque tampoco desatender a quien disfrutaba conmigo;
Perdiendo a mis ideas en el beso final con restos de saliva.

-Lo hare.- advertí, nada más para que no llegase a sorprender qué mi agarre en su carne empezaria a deslizarse por los bordes de su pantalon para abajo, desajustando la tela torpemente hasta que desabroche el boton que tomaria su cremallera hasta abrirla y forzar un lugar con mi mano en su entrepierna, hundiendo mis dedos hacia la carne más rasposa de su cadera mientras que hacia contacto con el calor humedo de sus labios con un ligero toque circular.

-Te tomare.- prometi, dedicado y atento a su oido;
Hundiendo mi dedo en ella. -Pero solo si quieres.-
Adverti pues dado que no buscaba a una esclava;
Tanpoco iba a tolerar ser visto como su ex pareja.

-(No tienes que decir nada)- razone, amable y comprensivo, seguro de que su boca explicaba suficiente con sus movimientos para aumentar nuestro tacto, agregando aquel comentario a manera que expresaba entender su postura y aceptaba continuar saludando y atendiendo a los tiernos labios entre piernas, apartando mi dedo de su boca a la mia a manera que probaria de su saliva mientras retiraba el masaje en sus piernas para abrir un espacio para la otra.

-Mientras me quieras como tu hombre tomare toda la responsabilidad.- asegure, dando a entender que no habia pacto o contrato para este acuerdo más allá de querer experimentar esta aventura hasta donde el tiempo dejara, -Y te cogere por capricho.- asegure, adentrando los dedos medio-anular de la mano que compartia de nuestras salivas en el interior de su rasposa vagina.

-Mi mujer, dejame ser tu hombre atento.- solicitaria;
Recordandole a todo momento ser querida y amada;
Respetada como señora incluso cuando era tomada;
Haciendo del juego de puta algo bastante sentimental.

Spoiler:

Miér 21 Jun 2023, 19:09

Manifiesto tu nombre...Oceania, Australia, Melbourne, 01:44 am, año 2020Sintió aquellos largos y fríos dedos recorrer su piel hacia el sur, en busca del oasis de vida, amor y placer de toda mujer. Le parecía gracioso como antes estuvo desnuda, y solo cuando se vistió los amantes se atrevieron a cruzar la delgada línea de tensión sexual que pudo percibirse desde el primer momento. Y aún con la ironía a cuestas, Zenobia suspiró contra sus labios y agradeció que Daén se aventurara de aquella manera a su intimidad, jugando su juego, saboreando las posibilidades, incitando al pecado. Se volvía un tira y afloja muy excitante, pues resultaba más seductor que cualquier autoproclamado semental con dedos, lenguas y miembros inútiles.

—Si quiero —susurró en sus labios, dando luz verde a que Daén dejara salir todas aquellas perversiones que su mente cavilaba en aquel momento, y se transformara en aquel rey que aparentaba ser en el mejor de los tronos: la cama.

Le supo provocadora la forma en que llevó el pulgar a su boca y luego a la entrepierna de Zenobia, y tras unas caricias le metió dos dedos de una, haciéndole ahogar un jadeo. Su humedad crecía con cada roce o fricción, con cada palabra lasciva, con cada promesa y decisión arriesgada. Y ella, seducida por aquel hombre, se dejó hacer. Él ya lo había dicho, era su mujer. No hacía falta repetirlo, su cuerpo hablaba por sí mismo: caliente, dispuesto, sensible.

En respuesta a tan deliciosa atención, la peliblanca besó la comisura de sus labios y fue descendiendo hasta el cuello, a aquella piel adornada con líneas y diseños intrincados; recorrió un camino invisible de besos húmedos, lengüetazos y succiones, jugueteando también con el cartílago de su oreja zurda y dándole suaves mordiscos, respirando y gimiendo por lo bajo solo para él.

—Aunque odie admitirlo —se detuvo brevemente en su mandíbula para hablar, pero entre cada frase volvía a besarle— mi idea de me tomes por capricho y me folles… no es precisamente en medio de la nada —sonrió, dando un último beso, y volviendo a mirarlo. La mirada de Zenobia estaba oscurecida por el deseo, pero aún brillaba maliciosamente, queriendo estirar el hilo de tensión hacia su punto máximo —¿sabes? no me molestaría ir a un sitió más… íntimo… cómodo… aunque si disfrutas la adrenalina de ser descubierto, podemos… negociar.

Miér 21 Jun 2023, 22:39

Manifiesto tu nombre...Oceania, Australia, Melbourne, 01:45 am, año 2020

Aferrado en el interior del pantalon femenino le consentia;
Decidido en arruinar la tela con un calor humedo y visible;
Empujando con presion hacia arriba como si fuera gancho;
Pescando y forzando un interno punto a altura de la vejiga.

-Buena chica.- apremie, agradeciendo la honestidad en la boca de mi mujer con un movimiento invasivo que giraba ambos dedos alrededor de esa zona, empujando esa estructura callosa como si buscara jalar el gancho de mis dedos mientras que mi mirada quedaba con atencion vigilando su reaccion, curioso por saber sí dos mil años atrás hubo algun hombre que habria llegado a preocuparse de complacer correctamente a la mujer, raspando mis nudillos.

El olor de los liquidos femeninos era placentero;
Aroma que se quedaria atrapado con mis dedos;
Bruñidos en un color viscoso que eran mi trofeo;
Escuchando entonces a su peticion de no seguir.

-Hm... si, tienes razon.- corroboraria, meditativo, sin querer detenerme porque no me preocupaban tanto las consecuencias pero aún así haciendolo, -Estaria mal que empezaras a creer que te invoque solamente para coger.- señale, encarnando una sonrisa picara con todavia mis dedos en su interior para que llegara a sentir que mentia o que me burlaba aún entre sus caricias, decidido en retirar mi mano con lentitud mientras que regresaba un beso a la dama por debajo de su menton, alejandome un paso y observando mi mano.

Fue entonces cuando meti sus fluidos hacia mi boca;
Manteniendo la mirada en mi mujer con complicidad;
Sacando ambos dedos sin la gran viscosidad anterior;
Relamiento mi boca a manera de probar bien el sabor.

-¿Querias conocer de mi invocacion anterior, cierto?.- pregunte, cambiando de tema mientras empece a caminar hasta caer en el asiento de conductor, deslizandome con soltura por alrededor de la puerta sin ventanas para ir acomodando mi espalda y trasero en los asientos de cuero sin abandonarla, dedicandole una sonrisa picara e incitante. -Subete, te explicare en el camino como le robe al emperador Cesar Augusto de su vieja alma y habilidades.-

Spoiler:

Jue 22 Jun 2023, 02:48

Manifiesto tu nombre...Oceania, Australia, Melbourne, 01:44 am, año 2020Fue algo de un par de minutos, desde que le da luz verde hasta que le aconseja continuar en otro lugar. Transcurrieron… ¿tres minutos? Muy poco tiempo, y a Zenobia le sorprendió saberse tan húmeda, excitada y con ganas de más. En su corta vida como esclava sexual, jamás conoció a un hombre que supiera que parte de ella acariciar. Ninguno. Quizá no es que no supieran consentirla, sino que de principio les era inaudito complacer a una esclava, pues ellos eran quienes buscaban su propio placer mediante el uso del poder, la fuerza y la humillación. El emperador Aureliano siempre la vio como una reina en desgracia a la que quería demostrar lo insignificante que era ella, follandola cuando quisiera, sin piedad ni compasión. Después, incluso dejando que soldados, sirvientes u otros hombres continuarán con las vejaciones y abusos.

Zenobia nunca disfrutó de aquellas duras embestidas de hombres descargando su enojo contra ella, pues sin excitación ni el lubricante necesario su interior sufría lesiones, y su dignidad también. Y las caricias eran tan superficiales que apenas las sentía. Ella fingía ser una espectacular amante, fingía orgasmos y les decía lo que sus oídos querían escuchar, era la perfecta zorra; pero en el fondo sentía asco, ira y desesperación. Por ello es que se sorprendió del efecto que las manos de Daén tenían sobre ella. Era como si las caricias quemaran, ardieran.

Y más grande fue su sorpresa cuando con un osado movimiento le sacó un gemido audible que se perdió en la penumbra. Aquella rugosidad dentro de su ser del que muchos desconocían, era de repente maestría de los dedos de Daén. Podía sentir un orgasmo explosivo cerca, con solo un par caricias más, pero a la peliblanca se le ocurrió interrumpirlo.

¡Ah! Si no fuera por su orgullo estaría ahorita en sus brazos, temblando y chorreando jugos incontrolables.

—Aunque con esos dedos no me importaría que así fuera —bromeó, mirándolo como si quisiera comérselo ahí mismo, con lujuria, de arriba a abajo— si así es la bienvenida quisiera saber cómo será la rutina —terminó, viendo cuidadosamente cómo se saboreaba su elixir.

Lo siguió con la mirada en su camino a la carreta brillante, deduciendo que tenía que imitarlo en el asiento de al lado. Y así lo hizo. O bueno, lo intentó. Zenobia estaba dos mil años atrasada en tecnología, se desenvolvía con auténtica torpeza e inocencia, pero al final logró su cometido y se sentó en el asiento del copiloto.

Hasta que…

—¿El emperador Cesar Augusto?, ¿ese César Augusto? —preguntó, divertida, pues tenía su propia historia con ese hombre— ¿Te divertiría si te digo que yo también me llame Augusta, cuando conquiste Egipto? ¿Ah?

Zenobia se removió en el asiento, sufriendo la ausencia de la cercanía de Daén y la de sus dedos jugueteando en su interior. Se sintió vacía, con frío. No dijo nada, pero su entrepierna se tensó y se acomodó en aquel asiento, intranquila. Era hora de distraerse para no pensar en lo que le hacía falta allí abajo.

—Y si ya tienes un servant, ¿por qué invocar a otro? ¿Acaso Augustus no dio el ancho?

Jue 22 Jun 2023, 13:43

Manifiesto tu nombre...Oceania, Australia, Melbourne, 01:45 am, año 2020

Debo admitir que me preocupe por un segundo;
Creyendo que mi mujer podria caerse en el piso;
Más logro sentarse en aquel asiento al lado mio;
Por lo qué suspire, aliviado y trate de responder.

-Si, "ese", el padre de la patria romana.- asegure, todavia pendiente de que mi compañera no se hubiera hecho ningun daño en lo que observe su cuerpo, dirigiendo mi mirada desde abajo hasta arriba para disfrutar de sus caderas anchas y su hermosa expresion confundida mientras arrancaba girando llaves, -Bueno, me divertiria ser tu emperador.- indique, complice, refiriendome en tono jugueton a otra cosa muy distinta en la similitud de nombres romanos, porque incluso si ella era reina de una tierra anexada aspirar al titulo venerable que significaba en aquel entonces Augusto/a no era inesperado, aunque para mi aquello no significaba más que historia, por lo qué tambien con los rugidos del motor encendiendose mi mano diestra avanzo a primera.

Permitiendome regresar en la via de conduccion;
Inclinando así el volante mientras que aceleraba;
Avanzando por aquel puente repleto con farolas;
Hasta abandonar el volante para tocar su pierna.

-No tengo otro servant, Zena.- explique, creyendo que para este punto del tema habia dejado claro que realmente no habia otra persona más que yo, afincando el acelerador cada vez más por aquella via recta que nos mostraba una serie casi borrosa de farolas mientras con mi mano acariciaba a su muslo, -Me converti en demiservant cuando trate de invocarlo.- especifique, dando una respuesta sencilla que su mente debia identificar sin mucho más detalle.

Los dedos en mano se hundieron otra vez en ella;
Rebuscando caricias contra la tela de su pantalon;
Frotando a la altura del cierre para generar calor;
No buscando complacer sino dar a la imaginacion.

-En cuanto a sus habilidades... no estan mal.- conclui, refiriendome a que aunque si habia sus beneficios existia una razon por la que no eran perfectas, -Aumenta la fuerza de sus aliados, pero sin aliados es muy decepcionante.- explicaria, encarnando una sonrisa personal que demostraba una pequeña frustraccion que se notaria más en la presion de dedos a la altura del clitoris, manteniendo el toque directo contra la tela mientras exigia que abriera un poco las piernas en el movimiento, presionando, rozando más y conduciendo.

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Jue 22 Jun 2023, 15:09

Manifiesto tu nombre...Oceania, Australia, Melbourne, 01:44 am, año 2020Zenobia se tomó su tiempo para observar las curiosidades que esa carreta brillante tenía en su interior: asientos de un vibrante color rojo, varios compartimientos en la parte del frente, una palanca y una rueda, esta última frente a Daén. Aprovechó que tenía mucho que ver para distraerse del ardor insoportable en su entrepierna.

Pero aquella curiosidad disimulada se fue al carajo cuando el motor rugió y el vehículo empezó a avanzar. En ese momento, Zenobia se tensó por completo, con una expresión de confusión total. No sabía qué clase de endemoniada magia hacía que el vehículo avanzara a tanta velocidad, y no quería saberlo. Ese pedazo de metal brillante guardaba sorpresas para las cuales, la mente longeva y poco actualizada de la Palmirense no estaba preparada. Daén parecía tranquilo y acostumbrado; Zenobia parecía un gato asustado con la garras de fuera, el pelo encrespado y un nerviosismo palpable a varios metros de distancia. Y no podían culparla. En su zona de confort la mujer tenía confianza, seguridad y arrogancia; pero ni el más estoico ser humano podía permanecer en completa paz frente a algo que se le salía completamente de las manos.

Si al hombre le divertiría ser su emperador, verla embelesada y regodeándose de un placer que él mismo causó, seguramente también le estaba divirtiendo ver a esa pobre criatura ser víctima de la modernidad y la tecnología.

Y quizá, para tranquilizarla, puso su mano en su muslo izquierdo. Eso, o intentaba solamente aprovecharse de su temporal vulnerabilidad para terminar lo que antes empezó. Como fuera, Zenobia lo agradeció y correspondió acomodando la palma de su mano zurda sobre el dorso de la mano intrusa.

—¿Demiservant? —preguntó genuinamente. Entonces, la mano del caballero descendió por su piel hasta detenerse en el cierre de sus pantaloncillos. En ese momento Zenobia dejó salir un suspiro, liberando parte de la tensión a la que estaba sometida por el desconcierto— Significa que… ¿lo dominaste? —continuó, sintiendo como sus dedos se hundían en la tela que los separaba de su hinchado clítoris.

Con cada roce, cada caricia, Zenobia empezó a relajarse, olvidándose poco a poco que estaba montada en quien sabe donde. El calor en su vientre volvió a aumentar paulatinamente y cerró los ojos en respuesta, queriendo disfrutar de las sensaciones en vez de preocuparse por cosas que le eran desconocidas.

—No me molestaría que me dominaras un par de veces a mí también —sugirió, abriendo la piernas y subiendo el agarre hasta su antebrazo, acariciándolo, motivándolo a seguir. Su mano contraría se posó por inercia en uno de los pechos y empezó a amasar la carne tras la tela, de forma lenta, al mismo ritmo que él aplicaba presión en su punto de quiebre.

—Aunque… no olvides que no soy tu aliada —dijo, entre suspiros. Volvió a abrir los ojos y buscó la figura masculina, que estaba concentrada al frente por alguna razón que desconocía— soy tu mujer —corrigió. El color zafiro de sus orbes brilló en lujuria mientras decía esas palabras, incorporándose lentamente, pero sin cerrar las piernas, hasta alcanzar su cuello y empezar a darle besos húmedos y caricias con sus labios y nariz. Luego, la mano que estuvo jugando con su propio pecho se aventuró a la entrepierna contraria, para descubrir por primera vez el bulto que guardaba el pantalón.

—Y dime… —empezó, ronroneando cerca de su oído— ¿alguna de las habilidades de Augusto está ejerciendo poder sobre mí en estos momentos?... ¿o es innata en ti, Daén? —cuestionó, dándole una suave mordida en la mandíbula— para mí no es nada decepcionante.

Jue 22 Jun 2023, 17:22

Manifiesto tu nombre...Oceania, Australia, Melbourne, 01:45 am, año 2020

No pude evitar esbozar una risa ante sus dudas;
Encarnando placer en la comisura de mis labios;
Regocijado aunque aguantaba exclamar mi risa;
Alzando mi respiracion mientras segui al volante.

-Ja! intenta confiar más en mi, Zena.- reclame, dulce y encantado de aquel halago tan sincero de su corazon mientras no dejaba de frotar su entrepierna, tratando de mantener mi vista solo en el camino que recorriamos mientras que disfrutaba el ritmo de la respiracion ajena tal como una cancion de cuna, -Oh, mi mujer! dejare en ti quienes puedan ser nuestros aliados entonces.- designe, proponiendo que fuera ella quien decidiera si la fuerza de otro servant nos podria ser de utilidad o no, y cruzando hacia la Street Collins St.

El peso y velocidad se llegaria a sentir en el cruce;
Brindando una sensación de lentitud bajo marcha;
Un ligero desequilibrio interno en nuestro cuerpo;
Y un sonido firme de derrape para por fin avanzar.

-¿Te parece bien?- pregunte, refiriendome a que fuera ella quien tomara un papel diplomatico como signo de nuestra igualdad mientras que no cesaba, aprovechando que empezaba a darme más espacio con abrir sus piernas para desabrochar el boton como una pegatina donde volver a sentir de su textura, explorando sin temor o titubeo la piel rasurada con mi indice-medio entre lo que formaba un espacio entre sus humedos calores corporales que sudaban.

Los dedos de la mano diestra perseguian el botin;
Hundiendose más en la selva hasta tocar al clitoris;
Que presionaria en medio de los dedos con amor;
Masajeando en el sentido de las agujas del reloj.

-Me gustaria que te sintieras involucrada en ese tipo de decisiones.- explique, esperando que como reina sintiera en mi la unidad que debia haber experimentado de su pareja, -Inclusive, dejarte la decision total del tema.- concluiria, sencillo, explicando que aunque mis habilidades estaban centradas en fortalecer aliados no iba a formar contratos con estos si ella no lo deseaba, de buen humor en todo caso entre lo que trataba de mantener en su corazon las manos de su compañera sujetando y aferrandose con cada dedo al brazo.

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Jue 22 Jun 2023, 18:32

Manifiesto tu nombre...Oceania, Australia, Melbourne, 01:44 am, año 2020—¿Tanto poder? ¿En mis manos? —exclamó, con una sonrisa arrogante surcando sus labios, húmedos y un poco hinchados por los besos que le proporcionaba a su amante— Me agrada —concluyó con una risa grave y traviesa, ciñendo su diestra a la entrepierna de Daén, quién respondió de la manera más sucia: colándose una vez más por debajo de sus pantalones para descubrir la humedad proliferar entre sus pliegues, y escurrir uno de sus hábiles dedos hacía su centro de placer.

Gimió cerca de su oído, sin despegar su boca del cuello de Daen, pero haciendo pausas cortas que su cuerpo le pedía para poder procesar los estímulos. Gimió una vez más, por la tortura que era tenerlo jugando con ella tan lento, tan… cínico. Sus caderas se alzaron levemente para profundizar la caricia, y ambas manos dejaron sus actividades para abrazarse del brazo del torturador y arañar su piel, incitandolo a seguir.

—No necesitas a nadie más… —puntualizó, entre jadeos y suspiros— …porque me tienes a mí, Daén —este último jadeo lo dijo con un poco de arrogancia y diversión, mordiendo el lóbulo de su oreja. Su mano diestra se aventuró abajo, hacia la mano de Daén que yacía en el interior de sus pantalones, y condujo sus dedos suavemente a un sitio más profundo, guiándolo a su interior. Acompañó esa acción con un vaivén circular de sus caderas para aumentar el roce, que no detuvo.

—Aunque primero… deberás hacerme tuya, y si me satisfaces… —tentó, regodeándose en el insoportable ardor que cada vez le era más difícil contener, y por ende su respiración, sus besos y sus movimientos eran cada vez un poco más erráticos— si lo haces… te daré absolutamente todo lo que me pidas; el mundo entero si así lo deseas —la palma de su mano sigue sobre el dorso de la contraria, impidiéndole separarse, obligándole a seguir; sus caderas, por otro lado, no dejaban de moverse. Zenobia estaba en la víspera de su primer orgasmo de la noche.

—Así que… deja de pensar en otras servants, en otras posibilidades; me invocaste a mí, tu mujer, y si estás conforme con eso entonces termina lo que empezaste, si no... —advirtió, celosa y encaprichada, mordiendo un poco más la piel de su cuello como castigo antes de separarse— tendrás que terminar de igual manera, aunque no aseguro mi presencia en la mañana. Tú decide, mi hombre.

Vie 23 Jun 2023, 02:18

Manifiesto tu nombre...Oceania, Australia, Melbourne, 01:45 am, año 2020

Las uñas iban clavandose alrededor de mi brazo;
Besos dulces marcaban con saliva toda atencion;
Susurrandome con fragil corazon halagos reales;
Lo que me hacia sentir verdaderamente con ella.

No obstante, a pesar de la caliente tension que subia por mi cabeza no era dificil comprender que mi atencion debia mantenerse en nuestro vehiculo, seguro por el sonido del viento que iba golpeando a mi otra oreja y conseguia advertirme de todos los peligros del transito contra las altas velocidades, lamentablemente eso no evitaba querer complacerla, por lo qué frustrado en cierta forma con un pie sobre el acelerador decidi disminuir de la velocidad, unicamente capaz de ceder paulatinamente contra el mecanismo gracias a que no tenia acceso a la caja de velocidades por utilizar mi atencion para ella.

-Espera un poco ¿va?- agregue, tentado, pero consciente del presente e incapaz de expresar ninguna accion para hacerla mia como hubiera querido, encarnando una sonrisa a toda su impaciencia en lo que acomodaba mi cadera para que apreciara el bulto de tela que terminaba sobre mi pierna, disfrutando sus caricias como un animal que busca atencion pero que solo puede regodearse en un instinto, hinchandose y palpitando contra su friccion.

Debo haber suspirado en un intento de expresion;
Frunciendo mi entrecejo con un aire de seguridad;
Manteniendo la compostura mientras no le dejaba;
Porque me gustaba ser quien atendiera a la mujer.

-MIra, no necesito nada tan poético: pero, ¿cualquier cosa? ok, chupame- propondria, muy simple, algo vulgar, demostrando que no habia mayor deseo en el mundo para mi que disfrutar tranquilamente de nuestra vida presente, ignorando su promesa de amor y exigiendo a su vez pruebas de la forma más primitiva que hubiera prevalecido en la historia, casi ignorando ir al volante, esto porque aunque habia desacelerado y lo habia hecho, todavia mantenia una velocidad prudente (no fuera de los limites de velocidad) hacia el hotel.

No tarde en regresar mi mano desde ella a mi boca;
Limpiandome de la misma forma que en un inicio;
Relamiento el gusto de la mujer como un chocolate;
Abriendo paso para ver si era capaz de hacerlo real.

-Ah, si, no me interesa tener muchas mujeres.- asegure, manteniendo la exclusividad que parecia temer mi reina como un pensamiento razonable, -Me basta con una mujer.- especifique, tratando de no darle muchas vueltas al tema porque parecia innecesario pero tampoco tratando de evitar el tema, -Mujer. No una niña- agregue, muy rapido, jugueton, ahora intentando retarla o molestarla un poco por lo que podrian querer evitar otras mujeres.

Spoiler:

Vie 23 Jun 2023, 03:22

Manifiesto tu nombre...Oceania, Australia, Melbourne, 01:44 am, año 2020Finalmente el león abría sus fauces y rugía, furioso, incontrolable, impaciente por comerse a la presa que dejó deliciosas marcas de sangre de camino a su madriguera. Daén demostró tener paciencia titánica para no lanzarse antes a devorarla; la peliblanca no tuvo sutileza alguna para provocarlo, siendo bastantes veces las veces en que puso el dulce en sus labios y luego se lo arrebataba con crueldad. Aunque claro, él no era del todo inocente, no después de haber despojado a Zenobia de aquellas caricias, privándola de lo que tanto añoraba. Pero ella muchas veces externó sus deseos, conduciéndolo al lugar o situación que ella buscaba; él, en su lugar, se mantuvo tranquilo con esa sonrisa seductora en los labios, complacido de ser víctima y victimario en aquel juego de poderes. Ahora no parecía tan contento, sino frustrado, deshaciéndose de su porte sereno para exigir lo mismo que la mujer demandaba.

Esta sublevación le pareció deliciosa, intrigante, y a la vez terriblemente molesta. No. Ella no quería esperar ni estaba dispuesta a ceder a sus deseos, ni a la condición previamente impuesta, mucho menos si no obtenía lo que quería en tiempo y forma.

Sí, así de caprichosa podía ser la reina del este.

—Primero… deberás hacerme tuya, y si me satisfaces (...) te daré absolutamente todo lo que me pidas; el mundo entero si así lo deseas.

Así que, al no cumplirse lo que solicitó, se le hizo fácil negarse. Aunque no hay que confundirla: por supuesto que quería complacer a su hombre, verlo vulnerable y debilitado por sus atenciones, pero este juego debía jugarse a su manera.

Sólo a su manera, o si no, no se jugaría.

—No —respondió, con voz más grave debido a la calentura. No era una respuesta negativa, sino más bien desafiante.

Con el ceño fruncido por la renuencia ajena a sus peticiones, se alejó de su cuello, retrocedió, y luego se volvió a acercar súbitamente, pasando su pierna sobre el regazo del hombre, sentándose frente a él. Su rostro lo enterró en el hueco entre el hombro y el cuello izquierdo de Daén, siendo el derecho el que ya había recibido suficiente atención. Fue cuidadosa en no tapar su vista del frente, pues parecía bastante importante para manejar el vehículo mágico. Así que también apartó su cabello, acomodando su larga melena hacia la derecha.

Sus labios empezaron a besar, chupar y mordisquear esa parte del cuello, subiendo hasta su mejilla y oreja, y bajando hasta la clavícula. A su vez, empezó a moverse sobre su entrepierna, notando la dureza del otro bajo su propio sexo, complaciéndose a sí misma con el roce. Lenta, en círculos pequeños, tortuosos. Su mano zurda se dedicó a acariciar su melena del lado contrario a sus besos, mientras que la diestra quedó quieta sobre su muslo.

—Todavía no me satisfaces, mi amor —jadeó en su oreja, mordiendo el cartílago más expuesto. Rió levemente antes de depositar un beso en la comisura de su boca y después ir hacia su cicatriz, sin dejar de torturarlo con el movimiento de sus caderas.

Vie 23 Jun 2023, 13:32

Manifiesto tu nombre...Oceania, Australia, Melbourne, 01:45 am, año 2020

La rotunda negativa llego a resultarme adorable;
No muy diferente a un puchero para mi criterio;
Provocando que riera por lo bajo ante la excusa;
Aceptando que a pesar de todo ella era una niña.

-Que, ¿por quéé?- exclame, asombrado, impaciente e intrigado de porqué mi mujer repentinamente cambiaba de parecer a tal punto de nuestros haceres, involuntariamente ensanchando de la comisura de mis labios hacia una expresion más desbordante y placida que a la mascara de confianza anterior, obligado a desviar la mirada del camino un momento para cuestionar en la expresion del entrecejo si habia hecho algo mal, incorrecto o fuera de juego.

No me costo darme cuenta que ella tambien lo hizo;
Marcaba su entrecejo en lo que aumento distancias;
Obligandome a extrañar esas caricias que brindaba;
Preocupado hasta que empezo a sentarse sobre mi.

-¡Me asustaste! crei que te habias enojado...- admiti, regañando con el tono de mis palabras que no podia alejarse de forma tan brusca o me preocuparia, recibiendo con gusto la pierna de mi mujer sobre mis muslos mientras que regresaba a bajar su pantalon solo lo suficiente para engarcharme a su piel, jalando de su ropa interior y arrimando su peso hacia mi bulto de carne entre lo que acomodaba de sus piernas vestidas contra las mias en un sencillo roce.

Evidentemente aquello fue una aventura peligrosa;
Más poseido por la codicia agradecia del momento;
Aceptando los latidos que venian junto a su cuerpo;
Disfrutando del aroma inevitable arrojado del pelo.

-Creo... Creo que podria quedarme así un momento y no me molestaria.- mencione, explicando que el acto sexual no era tan importante en lo que nuestras distancias me habian permitido intimar al ritmo de su respiracion, tratando de identificar más allá del calor corporal algo menos observable en la distancia o la imaginacion como la sensacion de su cuerpo sobre el mio, generandose una sensacion tibia entre nosotros que no limitante al bulto de mis impulsos carnales mantuvo la sinceridad de palpitar en nuestras piernas.

-Me gusta esto.- explique, usando mi diestra para estrujar los pellejos de grasa en el trasero de mi mujer como una forma de explicar toda la posicion, obligandola a sacudir su cadera encima de mi durante un momento hasta que retire mi mano para cambiar la caja de velocidades y hacer otro giro lento, realizando el segundo de los cuatro cruces destinados hasta nuestro hotel y avanzando con calma mientras que busque en la caja y palanca unos cigarros.

Spoiler:

Vie 23 Jun 2023, 14:24

Manifiesto tu nombre...Oceania, Australia, Melbourne, 01:44 am, año 2020La Palmirense no estaba consciente del peligro en el cual estaba poniendo a ambos en aquella situación, no conocía las advertencias ni los cuidados que se debían tener al conducir un automóvil; reflejó aquella ignorancia cuando se montó sobre Daén para seducirlo con sus suaves movimientos de cadera arriba de su entrepierna.

Y Daén estaba ignorando aquellas normas implícitas a la hora de conducir, quizá por diversión, quizá por estar cegado de lujuria, o quizá porque simplemente se olvidó de ellas. Permitió que la peliblanca danzara sobre él y jadeara libremente en la cercanía de su oreja, aprovechándose de su inmovilidad para buscar su propio placer.

Ambos eran irremediablemente un peligro para la sociedad Australiana.

Zenobia continuó con su vaivén circular a la par que su respiración aumentaba. Sin embargo, su diversión no le duró mucho tiempo, pues apenas doblar la esquina, otro vehículo los detuvo, uno con luces azules y rojas empotradas en el techo. Eran demasiado brillantes y lastimaban su vista, pero tras ver el rostro de su acompañante supo que no significaba nada bueno.

Y que la parta un rayo. Por mucho que quisiera culminar su placer, nada se lo permitía.

Los policías les cortaron el camino y los quisieron arrestar por conducir indebidamente, tras una gran charla y una generosa donación los dejaron en paz, pero se llevaron un regaño y una leve multa de regreso al hotel. Todo aquel ajetreo desanimó a Zenobia, y probablemente no solo a ella, pues pese a todo pronóstico el dúo llegó directamente a dormir.

Lo que comenzó ese día se quedaría pendiente para un momento más apropiado.

Tal vez... ¿en una exótica playa?