Encuentro oscuro [Pv. Arthur [A]]

Chiara, con su espíritu inquebrantable, caminaba por las calles iluminadas de neón de Japón. Su caminar era elegante y sus movimientos medidos, gracias a los años de rigurosa educación que recibió. A pesar de su entorno, se sentía en casa.

Un aura opresiva y helada interrumpió su paseo. Aunque al principio desconcertada, Chiara decidió que no se dejaría intimidar. Sin embargo, cuando giró para enfrentar la fuente, se encontró con un vacío. El instinto le decía que no estaba sola, que alguien la observaba desde la sombra.

Su corazón palpitaba en su pecho, pero no por miedo. Fue un giro de curiosidad, una chispa de expectación que avivó la llama de su valentía. Chiara era audaz y no se asustaba fácilmente. —¿Quién está ahí? —Preguntó, su voz sonó firme en el silencio de la noche.

No hubo respuesta. Pero Chiara era paciente y persistente. Se quedó de pie en la calle vacía, su figura solitaria iluminada por las luces de neón. Pasaron minutos, tal vez horas, pero ella no se movió.

Hasta que una figura apareció ante ella. Chiara levantó la mirada para encontrar a un hombre alto y apuesto. Su mirada fue inmediatamente atraída por sus ojos, eran dorados, intensos y... ¿llenos de tristeza?

Su apariencia era peculiar, muy lejos de lo que Chiara esperaría de un hombre que buscaba ayuda.

A pesar de la extraña situación, Chiara no dudó. —¿Te encuentras bien? ¿Necesitas ayuda? —Respondió, mostrando su habitual mezcla de valentía y encanto. Aunque nunca había estado en tal situación, se prometió a sí misma que enfrentaría este nuevo desafío con determinación, tal como lo había hecho con todos los demás.

Este encuentro cambiaría su vida, aunque en ese momento, Chiara no tenía ni idea de cuánto. Al final, su naturaleza amable, valiente y un poco ingenua, la llevaría a formar un vínculo inesperado, uno que la pondría en el corazón de una historia que trascendería el tiempo. Pero, por ahora, Chiara solo conocía a un hombre extraño que necesitaba su ayuda. Y como siempre, estaba dispuesta a brindarla.

Chiara permaneció en silencio por un instante, sus ojos claros observando al hombre ante ella. Su figura imponente, su presencia intrigante y su mirada penetrante, todos creaban un aire de misterio que la desafiaba a entender. En lugar de sentir miedo, Chiara sintió una intensa chispa de curiosidad que la impulsó a explorar más.

Finalmente, decidió hablar, sus palabras fluyendo con un tono de valentía y determinación. —No puedo evitarlo— admitió, su mirada nunca abandonando a la de aquel hombre. —Cuando veo a alguien que parece tener problemas, mi primera reacción es querer ayudar. Tal vez esté malinterpretando las cosas contigo, pero hay algo en tu mirada que me hace pensar que no todo está bien— Al menos eso es lo que creía Chiara, sin pensar en que las cosas podrían resultar o no buenas. Ella siempre se preparaba para todo dentro de lo que se podía.

Las palabras estaban fuera antes de que pudiera detenerlas. Eran honestas, tal vez demasiado, pero esa era su forma de ser. Chiara creía en la autenticidad y en la importancia de mostrar empatía hacia los demás. No era de las que se alejaban cuando veían a alguien en apuros.

Respiró hondo y continuó. —Sé que pareces fuerte, y estoy segura de que lo eres. Pero incluso los más fuertes pueden tener momentos de debilidad, momentos en los que necesitan a alguien a su lado. Y quiero que sepas que estoy dispuesta a estar ahí si alguna vez necesitas a alguien— Dijo con una sonrisa la propia Chiara, pensando en que las cosas estarían bien. ¿Lo estarían realmente? Chiara estaba con serias dudas al respecto.

Hubo una pausa, durante la cual Chiara sostuvo su mirada. Había un aire de desafío en sus ojos, pero también de genuina preocupación. —No estoy tratando de presionarte ni nada por el estilo. Solo quiero que sepas que tienes a alguien en quien puedes confiar si alguna vez lo necesitas.— Volvería a insistir ante el querer ayudar al desconocido.

Chiara no sabía qué esperar de ese hombre guapo después de su discurso. Aunque su tono era calmado y sereno, sabía que sus palabras podían ser interpretadas de muchas maneras. Pero no tenía miedo de las posibles reacciones. En su corazón, sabía que había hecho lo correcto al hablar con sinceridad.

Terminó con una ligera sonrisa, tratando de aligerar el ambiente un poco. —Y para ser justa, también has despertado mi curiosidad— admitió, su tono tomando un matiz juguetón. —Es raro encontrar a alguien tan intrigante como tú. Así que supongo que estamos en igualdad de condiciones.— Al menos las palabras de Chiara sonaban seguras.

Con eso, Chiara terminó su discurso, sin apartar los ojos de Arthur. Se mantuvo firme y confiada, sin importar lo que pudiera suceder a continuación. A pesar de su elegancia y educación refinada, Chiara siempre había sido una luchadora en el fondo. Y no importaba cuán misterioso o intimidante fuera Arthur, no iba a retroceder.