Cómo una ilusión [Priv]

Más que decir que algo ha cambiado, se siente despierta. Aturdida, si se quiere, porque se siente igual a abrir los ojos y respirar el aire marchito de la batalla, penetrando en los pulmones e inyectando adrenalina en el cerebro. Y, en toda esa humareda, prevalece un pensamiento que se sobrepone al instinto, y exclama a los cielos una verdad que define a la mujer que hay en el demonio.

Incluso Buda ya no está para atormentarla. En su lugar, yace un aspecto de la iluminación que no pretende dejarla olvidar en sus momentos de paz, lo que compone la misma esencia del Rey Demonio.

No es un residuo del amor de Kama… Sino más bien, un fragmento de la locura que habita en Nobunaga Oda. Por eso, siguiendo sus pasos, escurriéndose entre su sombra, está Mara. Un recuerdo de la fatalidad que por siempre estará presente sin importar lo que haga.

Aunque en lo que respecta a Nobunaga, es solo una alucinación.

Lo más importante es que vea a alguien que seguramente la ha estado esperando desde hace mucho tiempo. Alguien que si le deja sin cuidado, puede hacer cosas que son más dañinas para sí misma de lo que ella puede creer.

Y es porque ya no se percibe a sí misma con el mismo ego y amor que una persona normal haría…

Para cuando se materializa en casa, pensó que la encontraría en ese gimnasio improvisado que ha hecho. Al menos el saco para golpear sigue en el mismo lugar, y sin manchas de sangre que indiquen que estaba desgarrando sus nudillos, como si eso fuese a darle una respuesta.

— … Estoy en casa… — Murmura, bajo, casi como si no quisiera despertar a nadie. Era una formalidad innecesaria, que en estos momentos al fin tiene relevancia para ella.

La frialdad de ese lugar… Se sentía tibio.