Una dama finesa en Japón (Priv. Shirou)

Europa tiene una enorme historia, demasiado complicada. Guerras entre reinos, un Sacro Imperio Romano que tuvo poder por un mucho tiempo, pero finalmente cayò cuando el ùltimo emperador lo disolvió tras la creaciòn de la Confederaciòn del Rin, uno de los Estados Clientes del Imperio Frances bajo Napoleòn Bonaparte. Posteriormente, vendrìa la famosa Batalla de Waterloo que acabarìa con su Imperio de manera decisiva, dando inicio al periodo del continente conocido como el Concierto Europeo, que darìa paso a las Guerras de Unificaciòn Nacional, lo que formarìa a Alemania e Italia como paìses.

Nosotros los finlandeses tambièn tuvimos que vivir una ordalía para poder conseguir nuestro derecho a existir como nación. No fue sencillo, pero lo logramos. Todo comenzaría con un intento fallido por parte de la Emperatriz Isabel I de Rusia de formar un reino finlandès independiente de tanto de Suecia como Rusia en 1742, sin embargo, la situaciòn política del momento tiró por la borda ese anhelo. Luego, vino la Conspiraciòn de Anjala, un complot en 1788 llevado a cabo por oficiales suecos disgustados que buscaban poner fin a la Guerra Rusa de Gustavo III, en el que incluìan la idea de una Finlandia independiente. Si bien los conspiradores fueron ejecutados, la idea de una Finlandia finalmente se llevò a cabo y el Impero Ruso creò el Gran Ducado de Finlandia en 1809.

Durante ese periodo, vivì mi gestación, mientras mas hablaban de una Finlandia libre y sin amos rusos ni suecos, màs sentìa que mi existencia tendrìa màs sentido. No importa cuantos fracasos acumularan mis compatriotas, sabrìa que pronto encontrariamos la forma de que Finlandia fuera independiente. Finalmente, cuando cayò la monarquìa rusa, encontramos la independencia, solamente para que nuestras diferencias afloraran, aunque fuera por un corto tiempo, con perdidas humanas innecesarias. Durante ese tiempo yo tomè forma y aceptè mi destino cuando Finlandia se transformò en una republica independiente. Mi nombre es Aura, soy la Dama de Finlandia.

Y estoy de paso por Tokyo, me decidí el lujo de viajar para conocer las tierras lejanas. Ataviada con unos jeans de color claro azul, unas botas de cuero de color negras, una polera blanca con una cruz de color azul oscuro, y una chaqueta de cuero negro, estaba vagando por las calles de la metropolis japonesa. Fui caminando de manera elegante hacia la barra, habían personas que me miraban con curiosidad, quizás no habían rubias de ojos azules con frecuencia, y menos extranjeras en un país como Japón. Me detuve en un momento para poder observar un poco el ambiente, mucha gente cruzando cuando debían, respetando las leyes del transito. Luego de esperar que el semáforo se pusiera en verde, crucé y seguí mirando detenidamente hasta encontrar un parque, el cual estaba muy concurrido, aparentemente el día se veía bonito para observar a la gente, encontré una banca vacía y me senté. Sin embargo, no debía relajarme ni bajar la guardia. ¿Que tal si se daba la casualidad de que podría encontrar un servant aquí?