Endlessly. - Kama.
Arrian Valdor
+ Endle
ssly.
ssly.
Si se pudiera comparar algo con relación a tus ojos seguramente el tártaro seria la opción más adecuada, oscuros, profundos, anhelantes de un brillo que otrora los acompañaba y ahora... ahora simplemente se esfumo....
Anonadado estabas ante los eternos jardines de un camino embellecido por las finas artesanías propias de una naturaleza creativa, flores multicolores se perdían en un carnaval infinito de viva vegetación. No estabas allí por una razón en concreto, solo era un camino a transitar, deambulabas casi como un errante por tierras tan ajenas como el sol a luna, luchando cada día con el hecho impasible de haberte convertido en una creación divina, un avatar de un ser cuyos matices se escapan de la compresión de una débil y mortal mente humana. Erase entonces cuando tus pisadas se adornaban en aquel lugar bautizado como Fuyuki, sentiste paz, guerra y una pizca de misterio que se entremezclaban en la urbe en la que te hallabas, un lugar misterioso e intrigante.
El cielo parecía sucumbir ante el nacimiento de la noche, tú solo te preguntabas cuan dichoso habrías de ser por el presenciar de este nuevo anochecer, muy diferente a la bella Creta que te vio nacer, crecer y muy probablemente en un futuro morir, tan alejado a lo alguna vez llamaste glorioso... y aún con eso... no era menos hermoso. Una presencia se apodero de toda la atención del momento, toda la paz natural que habitaba por una presencia externa se vio alterada, ¿De quien se trataba? te preguntabas, mas lo único que vagamente formulaba una respuesta en una dama se materializaba. Grandes hebras grisáceas que a medida que las detallabas se perdían un purpura cálido y llamativo, un pequeño cuerpo con proporciones deseables y una armonía antinatural se hacían detallar bajo la finura de la tela.
— Siempre me pregunte... ¿cuál era el valor de una vida humana para un dios? —.
Tu voz masculina hizo un eco en el silencio, perdiéndose por completo en una sinfonía que clamaba por ser escuchada. A ella lentamente te acercaste con pisadas sonoras y una mirada sagaz, pero serena. — ¿Son solo juguetes con fecha de caducidad para quien ha alcanzado la inmortalidad? ¿O son algo más? He estado en la búsqueda de la criatura correcta para hacer semejante pregunta —. Tragaste saliva antes de chocar miradas y verlo...
El rojo perpetuo que se hallaba en sus ojos...
"Ni siquiera la sangre era tan intensa"
— Pero creo que agradeceré al destino que aquella dicha se me fue concedida — Eras capaz de notarlo, aquella fémina no era como esos espíritus heroicos que venciste en el pasado, de hecho, hasta cierto punto algo te recordaba a ti mismo, algo que no podías explicar del todo. Tal parece que no eras tan único en el mundo, ¿no es así?.
— Debe ser raro encontrar una belleza natural como la tuya, tan solemne... tan perfecta, si, perfecta... como una diosa — Recalcaste, sin saber si se trataba de aquello o algo más, guiado por una corazonada y usando esa admiración no como gesto de atracción ni para hacerle sentir halagada... lo hacías porque querías retarle. Como te atacase estarías listo.
Anonadado estabas ante los eternos jardines de un camino embellecido por las finas artesanías propias de una naturaleza creativa, flores multicolores se perdían en un carnaval infinito de viva vegetación. No estabas allí por una razón en concreto, solo era un camino a transitar, deambulabas casi como un errante por tierras tan ajenas como el sol a luna, luchando cada día con el hecho impasible de haberte convertido en una creación divina, un avatar de un ser cuyos matices se escapan de la compresión de una débil y mortal mente humana. Erase entonces cuando tus pisadas se adornaban en aquel lugar bautizado como Fuyuki, sentiste paz, guerra y una pizca de misterio que se entremezclaban en la urbe en la que te hallabas, un lugar misterioso e intrigante.
El cielo parecía sucumbir ante el nacimiento de la noche, tú solo te preguntabas cuan dichoso habrías de ser por el presenciar de este nuevo anochecer, muy diferente a la bella Creta que te vio nacer, crecer y muy probablemente en un futuro morir, tan alejado a lo alguna vez llamaste glorioso... y aún con eso... no era menos hermoso. Una presencia se apodero de toda la atención del momento, toda la paz natural que habitaba por una presencia externa se vio alterada, ¿De quien se trataba? te preguntabas, mas lo único que vagamente formulaba una respuesta en una dama se materializaba. Grandes hebras grisáceas que a medida que las detallabas se perdían un purpura cálido y llamativo, un pequeño cuerpo con proporciones deseables y una armonía antinatural se hacían detallar bajo la finura de la tela.
— Siempre me pregunte... ¿cuál era el valor de una vida humana para un dios? —.
Tu voz masculina hizo un eco en el silencio, perdiéndose por completo en una sinfonía que clamaba por ser escuchada. A ella lentamente te acercaste con pisadas sonoras y una mirada sagaz, pero serena. — ¿Son solo juguetes con fecha de caducidad para quien ha alcanzado la inmortalidad? ¿O son algo más? He estado en la búsqueda de la criatura correcta para hacer semejante pregunta —. Tragaste saliva antes de chocar miradas y verlo...
El rojo perpetuo que se hallaba en sus ojos...
"Ni siquiera la sangre era tan intensa"
— Pero creo que agradeceré al destino que aquella dicha se me fue concedida — Eras capaz de notarlo, aquella fémina no era como esos espíritus heroicos que venciste en el pasado, de hecho, hasta cierto punto algo te recordaba a ti mismo, algo que no podías explicar del todo. Tal parece que no eras tan único en el mundo, ¿no es así?.
— Debe ser raro encontrar una belleza natural como la tuya, tan solemne... tan perfecta, si, perfecta... como una diosa — Recalcaste, sin saber si se trataba de aquello o algo más, guiado por una corazonada y usando esa admiración no como gesto de atracción ni para hacerle sentir halagada... lo hacías porque querías retarle. Como te atacase estarías listo.
C y a l a n a

Atributos
Mini avatar :

Posts :
6
Nivel :
0
Exp :
175
Master / Servant :
Nombre de personaje
Facción :
Faccion aqui
Clase / Ocupación :
Ocupación aqui
Pareja :
Nombre de personaje
Fuerza :
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Resistencia :
---
Agilidad :
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Mana :
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HP :
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MP :
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Suerte :
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Carisma :
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Divinidad :
---
Habilidad de clase :
---
Noble Phantasm/Cresta Magica :
---
Skills :
---
Stats extras
Pseudoservant
Kama
Un muchacho bien parecido se hizo presente ante mi infartante figura divina. Se le notaba en su mirar un fuego interno de lo más salvaje, claramente divino dentro de él. Una presencia masculina por todos lados, fuerte, imponente y peligrosa, una figura esbelta y esculpida a imagen y semejanza de los dioses.
Me hizo recordar vagamente a mí en un pasado muy lejano.
Se acercó a mi posición, sin temor a nada y cual valiente hombre lanzó su pregunta directa hacia mis oídos. Era imposible ignorar su olor, su voz o su postura que no se doblegaba ante nadie. Era el semblante propio de los griegos.
-Dependerá de a qué dios le preguntes –Miré su cuerpo de arriba abajo, buscando indicios que me demostraran sin preguntar de quién se trataba, sin embargo, él parecía estar muy seguro de quién tenía delante- Son juguetes, pero no olvides que los niños aman a sus juguetes –Contesté, quizá algo ambigua pero parecía haber respondido bien su pregunta.
Sus observaciones pronto se convirtieron en halagos, pero era alguien más que tan sólo me admiraba por mi divina belleza ¿O no? ¿Acaso esos ojos humanos podían ver algo más dentro de este cuerpo mortal? –Un cuerpo como este difícilmente lo vuelvas a encontrar, pero créeme cuando te digo que somos los únicos de nuestra especie rondando por este lugar. Yo sería más cauto al momento de mostrar osadía o agresividad –Sin embargo, eso no aplicaba para mí. Iba caminando por las calles de la destruida ciudad como si fuese el jardín del Edén. Estaba a mis anchas y sin ocultar mi presencia divina ante cualquiera que fuese capaz de percibirla ¿Con qué objeto me escondería si mi intención era ser encontrada? Encontrada por seres como él. Pero no con un fin hostil o de rivalidad. No, yo era ajena a los conflictos. Mi lema era “hacer el amor, no la guerra” pero al parecer, el contrario tenía las intenciones justamente opuestas. Y eso, no podía sino hacer que me sintiese aún más atraída por su presencia. Era como si el amor y la violencia siempre tuviesen que ir juntos de la mano.
Me acerqué a él con las manos en mi espalda y con pasos silenciosos, casi flotando por el suelo y con mi cabello plateado volando a mí alrededor. Extendí mi mano derecha ante él, a modo de saludo, el más varonil que se me ocurrió pues parecería que sería el adecuado para esta situación. Me incliné un poco y con voz clara me presenté.
-Kamadeva. Dios del amor. Mucho gusto, primor.
Me hizo recordar vagamente a mí en un pasado muy lejano.
Se acercó a mi posición, sin temor a nada y cual valiente hombre lanzó su pregunta directa hacia mis oídos. Era imposible ignorar su olor, su voz o su postura que no se doblegaba ante nadie. Era el semblante propio de los griegos.
-Dependerá de a qué dios le preguntes –Miré su cuerpo de arriba abajo, buscando indicios que me demostraran sin preguntar de quién se trataba, sin embargo, él parecía estar muy seguro de quién tenía delante- Son juguetes, pero no olvides que los niños aman a sus juguetes –Contesté, quizá algo ambigua pero parecía haber respondido bien su pregunta.
Sus observaciones pronto se convirtieron en halagos, pero era alguien más que tan sólo me admiraba por mi divina belleza ¿O no? ¿Acaso esos ojos humanos podían ver algo más dentro de este cuerpo mortal? –Un cuerpo como este difícilmente lo vuelvas a encontrar, pero créeme cuando te digo que somos los únicos de nuestra especie rondando por este lugar. Yo sería más cauto al momento de mostrar osadía o agresividad –Sin embargo, eso no aplicaba para mí. Iba caminando por las calles de la destruida ciudad como si fuese el jardín del Edén. Estaba a mis anchas y sin ocultar mi presencia divina ante cualquiera que fuese capaz de percibirla ¿Con qué objeto me escondería si mi intención era ser encontrada? Encontrada por seres como él. Pero no con un fin hostil o de rivalidad. No, yo era ajena a los conflictos. Mi lema era “hacer el amor, no la guerra” pero al parecer, el contrario tenía las intenciones justamente opuestas. Y eso, no podía sino hacer que me sintiese aún más atraída por su presencia. Era como si el amor y la violencia siempre tuviesen que ir juntos de la mano.
Me acerqué a él con las manos en mi espalda y con pasos silenciosos, casi flotando por el suelo y con mi cabello plateado volando a mí alrededor. Extendí mi mano derecha ante él, a modo de saludo, el más varonil que se me ocurrió pues parecería que sería el adecuado para esta situación. Me incliné un poco y con voz clara me presenté.
-Kamadeva. Dios del amor. Mucho gusto, primor.

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Master / Servant :
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Facción :
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Clase / Ocupación :
Ocupación aqui
Pareja :
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Fuerza :
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Resistencia :
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Agilidad :
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Mana :
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HP :
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MP :
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Suerte :
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Carisma :
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Divinidad :
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Habilidad de clase :
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Noble Phantasm/Cresta Magica :
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Skills :
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